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jueves, 11 de julio de 2013

LOS NO HUMANOS

 
 
 
 
Marte, siglo XXII. Tras un siglo de arduos esfuerzos, la humanidad ha colonizado el Planeta Rojo. Por la superficie marciana se multiplican las cúpulas, bajo las cuales se desarrolla la vida humana en sus múltiples facetas. La comunidad marciana, a pesar de ciertas precariedades a las que todavía debe hacer frente, disfruta de una relativa prosperidad y la vida transcurre apaciblemente. Sin embargo, una terrible amenaza se cierne ella.
 
Toco comienza con un pequeño accidente, protagonizado por un granjero marciano, que ha sufrido una herida grave en plena calle y necesita urgentemente una transfusión allí mismo. Sólo una de las personas presentes en el lugar tiene su mismo tipo de sangre, pero se niega a donarla y sale huyendo del lugar. El granjero, a pesar de todo, se salva, y ese otro hombre es detenido y juzgado por denegación de auxilio. El hombre alega que padece hemofobia, esto es, horror a la visión de la sangre, y es condenado a una leve pena correctiva. Este en apariencia intrascendente incidente está íntimamente relacionado con los posteriores acontecimientos, en los que se decidirá el futuro de la raza humana.
 
Casey Lannix, uno de los colonos más prósperos, propietario de una extensa granja bajo cúpulas, es convocado por el alcalde de Terraport, capital de Marte y la única ciudad, propiamente dicha, que hay en el planeta. Se espera la llegada, procedente de la Tierra, del nuevo gobernador de la colonia. El alcalde, viejo amigo de Lannix, pide a éste un pequeño favor. El ingeniero jefe de la colonia está indispuesto, y necesita alguien que le sustituya durante unos días, para acompañar al nuevo gobernador en calidad de guía, y mostrarle las instalaciones de Terraport y ponerle al tanto de la situación general de la colonia. A Casey la cosa no le hace ninguna gracia, pero decide aceptar, en atención a la amistad que le une con el alcalde.
 
El flamante gobernador, Athridus Nsiang, se muestra gratamente sorprendido por los logros de los colonos, y expresa su voluntad de trabajar de firme por el futuro de Marte. En un momento dado, Nsiang le habla a Lannix de la tragedia vivida a bordo de la astronave que le trajo hasta Marte. Según cuenta el político, su secretaria personal, Olivia Mantow, desapareció sin dejar rastro, y todo apuntaba a que la joven, en un inexplicable acceso de locura, se había suicidado, arrojándose al exterior por una de las escotillas de emergencia, justo cuando la nave acababa de penetrar en la atmósfera marciana. Nadie parecía entender a qué se debió tan insólito comportamiento en una joven tan equilibrada como ella. Nsiang, preocupado, había ordenado que se rastreasen los alrededores del astropuerto próximo a Terraport en busca del cuerpo de la mujer.
 
Tras su tediosa labor de cicerone del gobernador, Casey regresa a su granja y se lleva la mayor sorpresa de su vida. Alguien se ha colado en sus instalaciones, y en su propio dormitorio se encuentra a una hermosa mujer, aparentemente profundamente dormida. Cuando la muchacha despierta, se presenta a sí misma como… Olivia Mantow, la desaparecida secretaria de Nsiang. Estupefacto, Lannix se dispone a avisar al gobernador, pero ella se lo impide amenazándole con una pistola. Olivia narra a Casey su historia. Es cierto que se lanzó fuera de la nave, equipada con un traje de vacío y un propulsor individual. Pero lo hizo porque temía por su vida, ya que, según cuenta, Nsiang y su mano derecha, Rigobert Nunes, planeaban matarla. Cuando Casey pregunta por qué iban a pretender asesinarla esos hombres, su respuesta deja al colono más asombrado todavía: porque ella ha descubierto que no son humanos.
 
Cada vez más convencido de que la pobre muchacha está como un cencerro, Casey, con un hábil ardid, logra desarmarla. Ella, desmoralizada, hundida en llanto, le asegura que si avisa a Nsiang, si le comunica que aún vive, estará sentenciándola a una muerte segura, porque el gobernador la hará asesinar a la mínima oportunidad que se le presente. Impresionado por la actitud de la joven, que parece sincera, Lannix duda. Y justo en ese momento suena el zumbador del videófono. Es Nunes, el secretario de información de Nsiang, quien comunica a Lannix que Olivia Mantow ha sido encontrada sana y salva, aunque con algunas heridas superficiales, y que sólo necesita unos pocos días de convalecencia para poder volver al trabajo. Tras pedirle a Casey que olvide el comentario del gobernador sobre la desaparición de la muchacha, Nunes corta la comunicación.
 
Casey está cada vez más desconcertado. ¿Quién es la mujer que está con él, la secretaria de Nsiang, o una impostora enloquecida? Es la propia muchacha la que despeja sus dudas al respecto, proporcionándole pruebas irrefutables de que es quien dice ser. Pero Lannix duda de su historia. Si lo que dice es cierto, ¿cómo pudo ella saber que Nsiang era un alienígena? La respuesta de la chica lo deja más perplejo todavía. Olivia confiesa poseer ciertas habilidades semitelepáticas, que le permiten captar, ocasionalmente, pensamientos casuales, emociones o sensaciones emitidas por la mente de otra persona. Gracias a este especialísimo don, pudo saber quién era, o mejor dicho, qué era exactamente Nsiang. Pero el alienígena que suplantaba al gobernador parecía poseer un poder análogo al de la joven, ya que de algún modo descubrió lo que ella sabía y planeó su asesinato. Olivia captó a tiempo las intenciones de Nsiang y optó por abandonar la nave, aprovechando que ésta descendía ya hacia la superficie marciana.
 
Disipadas todas sus dudas, Lannix decide ayudar a la mujer. Ante todo, quiere ver a la impostora que ocupa el lugar de Olivia. Ésta se encuentra en la residencia del gobernador, oficialmente reponiéndose de sus heridas. A Lannix no le cuesta nada acceder el cuarto que ocupa la mujer, que parece profundamente dormida. Se trata, en efecto, de una doble perfecta de Olivia. Pero nuestro protagonista observa ciertos detalles curiosos. Cuando toca su brazo desnudo, advierte que éste, aunque tibio, tiene cierta consistencia gomosa, como si se tratase de una sustancia artificial. Pero lo que deja atónito al joven es el hecho de que esa mujer no respira en absoluto. Casey no tiene tiempo de averiguar más, ya que oye voces procedentes del pasillo y tiene que esconderse en el único lugar posible: debajo de la cama. Al instante, dos personas entran en la habitación y comienzan a hablar sobre la mujer que yace en el lecho. Lannix reconoce las voces de Nsiang y Nunes, y la charla que éstos sostienen disipa las escasas dudas que le pudieran quedar. Son seres extraterrestres que planean apoderarse de la colonia, suplantando progresivamente a todos sus habitantes.
 
Nuestros protagonistas ponen en marcha un arriesgado plan para enfrentarse a los invasores. Cuando la réplica de Olivia esté plenamente operativa, por así decirlo, Casey tratará de intimar con ella y atraerla a una trampa, a fin de que la propia Olivia ocupe el puesto de la impostora junto a Nsiang, que debe ser sin duda el líder de los alienígenas. De este modo, Olivia y Casey esperan poder descubrir la ubicación de la base secreta desde la que, forzosamente, deben operar los No-Humanos. Una vez obtengan esa información, podrán hacer público lo que saben, desenmascarando a Nsiang y los suyos ante los colonos marcianos y abortando, así, sus siniestros planes. Pero nuestros héroes saben que no será una labor fácil, y que cualquier error que cometan significará no sólo su propia muerte, si no también el fin de la especie humana.
 
Esta novela, número 235 de Héroes del espacio, de Bruguera, fue una de las últimas obras de ciencia-ficción que publicó Lecha antes del colapso de la antaño poderosísima editorial. Por enésima vez, sitúa Carrados la acción en el cuarto planeta de nuestro sistema solar. El Marte descrito en LOS NO-HUMANOS es idéntico al que aparece en otras obras del autor, tales como UNA CASA EN MARTE, LUCHAR POR MARTE, ¡VIVA MARTE! o EL VIAJERO QUE LLEGÓ DEL INFINITO; un mundo en principio hostil, donde la vida humana sólo es posible bajo estructuras estancas. A pesar de ello, la descripción de la vida en la colonia hace Lecha es casi idílica. Una pacífica colonia, en la que apenas se producen incidentes, y donde todos tratan de ayudarse mutuamente. Un oasis de paz y tranquilidad en medio del sistema solar. Al menos, hasta que aparecen los no-humanos del título.
 
Los aliens de este relato se asemejan bastante a los de la mítica serie televisiva de los sesenta Los invasores. Al igual que ocurría en ese gran clásico catódico del género, el verdadero aspecto físico de los extraterrestres es una incógnita, que ni siquiera se nos revelará al final de la historia. Los cuerpos replicados de los no-humanos tienen fallos similares a los de los eternos enemigos de David Vincent. Así, por ejemplo, carecen de corazón, y por tanto, no tienen pulso. También carecen de sangre, y cuando se les hiere con un objeto cortante, la herida cicatriza en cuestión de minutos, no quedando más que una leve señal que no tarda en desaparecer también. Los protagonistas descubrirán que los rayos X son mortales para los aliens. Pero no será con proyectores de rayos X con lo que lograrán acabar con la amenaza alienígena, si no con métodos mucho más expeditivos… y con la inestimable y casual colaboración de un viejo amigo de Lannix, buscador de oro por más señas.
 
La novela, aunque repite argumento y situaciones mil veces vistos y leídos, es muy divertida y se lee con agrado, como todas las de ese gran maestro de la literatura de kiosco que fue Luis García Lecha. ciencia-ficción de consumo, que garantiza un par de horas de amena e intrascendente lectura. Tal y como se están poniendo las cosas, ¿qué más se puede pedir?

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